martes, 3 de enero de 2017

Liderazgo sin receta

¿Qué es el liderazgo? Liderazgo es servicio, es brindar al equipo lo que éste necesita en la forma y momento precisos.



Existen tantos tipos de liderazgo como personas en la organización. Cada cual lo ejerce a su modo y debemos evitar recetas acerca de cuál es el modelo ideal, porque sencillamente no pueden ser válidas para todos”, señala Germán Retana, Profesor Pleno del área de enseñanza: Cambio y Desarrollo Organizacional, Liderazgo, Organización y trabajo en Equipo de INCAE. Experto en el tema del liderazgo.

El liderazgo tiene que ver con tener y mantener un equipo de alto desempeño dentro de una organización. Éste, es aquel que logra resultados al máximo nivel posible, siendo uno mismo, sin disimular discrepancias ni emociones, y eso se logra en equipos que permiten a todos sus miembros discutir sus criterios y luego comprometerse con un plan de acción apoyado incluso por quienes no están de acuerdo, sin temer pedir ni rendir cuentas, incluyendo a sus líderes; el compromiso es tal, que nadie se atreve a dudar para preguntar a otros por su responsabilidad; hay una exigencia mutua. Los equipos deben contar con la confianza, apertura al conflicto, compromiso, responsabilidad y pasión por los resultados, eso caracteriza el alto rendimiento.

El requisito para lograrlo es la disciplina y constancia para crecer. Hay que partir de una visión ideal del equipo que queremos, compararla con lo que hoy tenemos y ayudar a construir día a día el puente entre lo actual y el futuro deseado. 

La importancia del diálogo.

Germán Retana hace una analogía de la identificación de factores de éxito de un equipo deportivo y las empresas. Su tesis es que los equipos deportivos de alto nivel poseen códigos. “Creo que el más importante es el llamado “código del camerino o vestuario”. El camerino es casi sagrado, allí solo ingresan los autorizados por los propios jugadores, lo que allí se dice allí se queda, no se vale hablar fuera de él para criticar a su propio equipo. En algunas empresas hace falta ese tipo de diálogo tan franco. 

La cultura de medición es algo que empresas y equipos tienen en común, así como la toma de decisiones bajo presión, la retroalimentación inmediata de sus clientes y la necesidad de una alta capacidad de reacción ante la adversidad. “En ambos modelos, el liderazgo es clave, pues ya sabemos que las organizaciones tienden a comportarse según quien las dirige”, explica. 

Para lograr esto, a nivel mundial se están dando tendencias como un mayor énfasis en la solidez de una cultura organizacional, fundamentada en valores que incrementen el sentimiento de pertenencia, el compromiso con la rentabilidad sin afectar la calidad del ambiente de trabajo y la cooperación interna que cohesione a todos los miembros de la empresa para enfrentar en equipos los retos crecientes. Eso hace un equipo de alto rendimiento. 

Los avances de Latinoamérica

En el caso de Latinoamérica, poco a poco vamos comprendiendo que la competencia entre empresas es entre sus culturas organizacionales y que éstas dependen en mucho de sus líderes. Se han puesto en marcha procesos de desarrollo de líderes en las empresas y universidades. Tenemos muchos buenos empresarios que están aumentando sus capacidades personales en temas tales como: inteligencia emocional, coaching, empoderamiento, comunicación asertiva, ejemplo personal y alineamiento de los factores humanos con la estrategia corporativa. Va surgiendo un liderazgo mucho más integral que aquel preocupado y ocupado exclusivamente por los resultados, los gerentes y empresarios son más receptivos a la autoevaluación y al cambio en sus conductas con la intención de ser más efectivos en el cambio de aspectos de la cultura que ya no funcionan en la empresa moderna. 

Sin embargo, señala el experto, en nuestros países es urgente comprender que el nombre del juego se llama “ejecución”, es decir, ser capaces de concretar en acciones lo que nos comprometemos a hacer. Las empresas hacen muy buenos planes estratégicos, pero en el camino se van introduciendo “ruidos” de la cultura anfitriona o nacional, en la que a veces la impuntualidad, la indisciplina y la falta de rendición de cuentas hace que la ineficiencia, la burocracia y el conformismo resten energías a las empresas. “Necesitamos insistir en culturas de empresas sustentadas en valores. Y eso no es fácil porque no faltan aquellos que prefieran las conductas fáciles y hasta poco éticas”, concluye.

¿Qué necesitamos?

La formación gerencial necesita ser cada vez más integral, con una mezcla inteligente entre las capacidades técnicas y las responsabilidades éticas y sociales del líder. Necesitamos más personas con la humildad requerida para ponerse al servicio de los demás y no para servirse de los demás, personas más creíbles como tales y no simplemente individuos ejerciendo posiciones de privilegio. Los miembros de las empresas no quieren que sus jefes sean mejores gerentes ni líderes, sino que sean mejores personas. Si las universidades enfatizan este aspecto podremos tener empresas que aprovechan cualidades muy especiales de los latinoamericanos como la creatividad, la sociabilidad y su capacidad de trabajo. En una empresa conducida con profesionalismo eso no se elimina, sino que se complementa con la medición, la vivencia de los valores corporativos, la objetividad en la evaluación del desempeño, la tecnología y la capacidad de desaprender y aprender.


Fuente: Gestión